En las últimas décadas, la tecnología se ha abierto paso en nuestra vida a una velocidad inimaginable. Cuesta creer que en apenas dos generaciones hayamos cambiado nuestro modo de interactuar con el mundo de manera tan radical, con las consecuencias que esto conlleva. La digitalización supone una oportunidad para muchas empresas y personas, pero también plantea inconvenientes. En especial en lo que se refiere a la infancia: ¿Hasta qué punto es bueno que los niños estén expuestos a los dispositivos digitales? ¿Es prudente permitir que se desenvuelvan en el entorno digital antes de manejarse en el analógico?
Estas cuestiones no solo surgen de las familias, preocupadas por la facilidad de acceso a internet y su limitada capacidad de controlar la navegación de los menores, en la actualidad son muchos los investigadores que estudian el efecto de las pantallas en el desarrollo infantil. Si empezamos por el principio, la Universidad de Calgary ha logrado arrojar algo de luz sobre el impacto en los bebés. El cerebro humano no evoluciona tan rápido como nuestras costumbres y el desarrollo cerebral de los más pequeños se ve comprometido por los dispositivos digitales. Esto significa que, por muy tentador que sea pasarle el móvil a un infante para que se mantenga entretenido, no debemos hacerlo.
La OMS propone respetar las franjas de exposición según la edad del menor y optar por alternativas más saludables que no fomenten el sedentarismo y el déficit de atención, entre otros. Los pequeños pueden hacer manualidades o leer en lugar de ver una serie, priorizando siempre el tiempo en el exterior si es posible. El contacto con la naturaleza les beneficia enormemente tanto a nivel de desarrollo y salud como de felicidad.
No te pierdas nuestra infografía con datos y consejos para reducir el tiempo de exposición. Los niños son más sanos y felices cuánto mayor contacto tienen con la naturaleza.